Hay muchos factores que observamos al momento de potenciar nuestro rendimiento laboral, pero pocas veces se considera la alimentación dentro de ellos, grave error teniendo en cuenta que es el combustible de nuestra mayor herramienta: Nuestro cuerpo.
Desde esta perspectiva, ya habremos escuchado que se recomienda tener una dieta equilibrada. Lo importante acá es entender, que esto no se trata solo de contar calorías, sino de asegurarse de obtener todos los nutrientes necesarios para el buen funcionamiento del cuerpo. Esto incluye una combinación adecuada de carbohidratos, proteínas, grasas, vitaminas y minerales, que proporcionan la energía y los nutrientes que necesitamos para enfrentar los desafíos diarios en el trabajo.
Estudios han demostrado que una dieta equilibrada mejora la concentración, la memoria y la eficiencia en el trabajo. Además, una nutrición adecuada ayuda a mantener un nivel constante de energía, evitando los bajones que pueden ocurrir después de consumir comidas poco saludables.
Los diferentes tipos de nutrientes juegan un papel vital en nuestra energía y concentración en el trabajo. Los carbohidratos complejos, como los granos enteros, proporcionan una liberación de energía más constante. Las proteínas magras ayudan en la función cerebral y la concentración, mientras que las grasas saludables, como los ácidos grasos omega-3, mejoran la memoria y la capacidad cognitiva.
¿Como hacemos para mejorar nuestra alimentación, pero que eso no signifique estrés y que sea sustentable en el tiempo (Sin efecto rebote)?
La neurociencia de los hábitos nos entrega la respuesta, y aunque parece un método simple, llevarlo a cabo requiere de paciencia, constancia y compromiso. Todos los cambios abruptos generan estrés, puesto que se modifican conexiones a nivel neuronal, generando que el cuerpo identifique esto como una amenaza y empuje a volver al estado inicial. La clave entonces, es implementar los cambios de forma muy progresiva, con pequeñas modificaciones, que se irán aumentando a medida que nos vayamos sintiendo cómodos. Si evitamos el estrés al cambiar, tendremos nuestro éxito asegurado en el tiempo.
Una técnica muy recomendada, es comenzar centrándose en preferir las cosas que te hacen bien, por sobre las restricciones y privaciones, así le damos una connotación positiva al cambio de habito.
Aunque la ciencia sugiere que la dieta mediterránea es ideal (Algo que en Chile podemos realizar muy bien por la disposición de recursos naturales que tenemos), la mejor dieta es aquella que se adapta a ti y tu estilo de vida.
Recomendaciones practicas para mejorar hábitos alimentarios:
- Preparar comidas con anticipación. (Yo lo hago una vez por semana, y dejo un stock para tener disponible, eso fue la clave de una mejor nutrición).
- Mantener un equilibrio nutricional en cada comida (Se recomienda en general 50% de ensaladas, 25% de proteínas y 25% carbohidratos por plato).
- Controlar las porciones.
- Optar por snacks saludables.
- Mantenerse hidratado
- Tomar descansos para comer de manera tranquila y consciente.
Hay empresas como Apple, Electrolux, Abbvie y PepsiCo que están integrando la alimentación saludable en su cultura corporativa, ofreciendo opciones de comidas nutritivas, programas de formación en nutrición y otras iniciativas para fomentar hábitos alimentarios saludables entre sus empleados, entendiendo que esto aumenta la energía y productividad de las personas.
Cuéntanos sobre ti: ¿Te cuesta llevar una dieta equilibrada? ¿Tu empresa entiende la importancia entre alimentación y productividad? ¿Realizan acciones para promoverlo?